19 de noviembre. 19 días ya habían pasado desde que
comenzara el penúltimo mes del año. No sé si fue coincidencia, o es que
realmente aquel día quería quedarse conmigo; Sí, a un mes de navidad, luces,
postales, tiendas, regalos, calles llenas de gente.. De gente. Aquí me detengo.
¿Es lo mismo hablar de gente que hablar de personas?
Quizá esa fue la pregunta que me lleva atormentando desde
entonces.
Había gente aquel diecinueve de noviembre en clase cuando yo
entré por primera vez. Era la clase de francés, competencia escrita, para ser
más exactos. Gente que ya me sonaba, caras que ya me eran familiares, todo
chicas, a propósito, menos un chico. Eran eso, gente que esperaba la llegada
del profesor para comenzar la clase. Y nada más.
Nada más para ellos. Ovejitas que acudían cada día a
escuchar el sermón que les estuviese preparado, o a mirar por la ventana.
Total, es miércoles, Poznan ha amanecido con el cielo triste, pero la gente
continúa, pasea, corre, se oye de vez en cuando algún que otro claxon, tranvía
5 dirección Stomil, tranvía 18, Os Lecha..
Y yo ahí. Sentada en el ala izquierda de lo que viene a ser
una clase tan pequeña que casi puedes tocar sendas paredes. Yo, desconocida
para todos, la que pasea de una planta a otra de la facultad corriendo, sin
conocer a nadie, sonriendo a todos. De nuevo yo, sin saber que aquel día
diecinueve, aquel maldito diecinueve, me haría volver a reflexionar.
Después de aquella clase he de confesar que lloré. Lloré
mucho. Siempre lloro, soy la llorona universal. Pero esta vez lo hice por
instinto de vulnerabilidad, o de alegría, quizás puede que también llorase de
alegría. Alegría de tener todas mis capacidades dispuestas a responder. Alegría
de poder decir que soy yo, una entera. Mil defectos, sí, pero cinco sentidos y
una mente capaces de luchar por mí..
Nueve de la mañana. Día diecinueve. Me levanto, me visto, y
voy andando como cada día a la facultad. Putas asignaturas. ¡Por lo que me han
hecho pasar! ¿Por qué tengo que ir a clase? ¿Por qué, por qué, por qué?
Y encima todo nuevo, joder. Clase nueva , compañeros
nuevos... Y hace frío, y estoy cansada, y nada más, simplemente que no me
apetece ir. Pero.. tengo que ir. Sí Ana,
ve. Sabes que luego te arrepientes si no lo haces. Ve, son solo unas horas, cuando hayas
acabado, ya está. Mañana será viernes. ¡VE!
Y fui. Y allí estaba yo, en el ala izquiera de esa clase tan
miníscula que puedes tocar ambas paredes. Yo, que no sabía lo que supondría
para mí aquel día...

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